En México es costumbre que cada 2 de febrero, el día de la candelaria, se vistan a los niños dios con diferentes atuendos y se lleven a misa para recibir la bendición del cura.
Es una tradición que desde muy pequeños hemos visto como nuestras abuelitas o nuestras mamás hacen este ritual cada año. Llevando a estas figuras de cerámica representativas de Jesús en su etapa de recién nacido a bendecir. Pero te has preguntado de dónde viene esta tradición, aquí te la contamos.
Cómo surgió el vestir al niño dios el día de la candelaria
Esta tradición se remonta a la época del virreinato de la nueva España. Cuando unas monjas pertenecientes a un convento jesuita solían vestir a las figuras de los niños dios con atuendos de gala para presentarlos en la iglesia. Conmemorando lo que hizo la virgen cuando presento a Jesús en el templo.
Esta tradición resurgió en México en febrero de 1912, en la iglesia de la Candelaria de los Patos, donde el Niño Dios era levantado del pesebre para ser vestido. Durante 1960 la costumbre era llevar al Niño Dios vestido con un ropón blanco y acostado en un canasto rodeado con velas, posteriormente comenzó la tendencia de vestirlo de diversas formas.
Cómo vestir al niño dios por primera vez
Tradicionalmente: el primer año -en el que se tiene al niño- se viste de blanco, sin corona ni trono. En el segundo año, ya puede llevarse un traje de color y el tercero se le viste como rey y se le coloca la corona, pues según cuentan, ya puede realizar milagros
Vestimenta en la actualidad
De forma moderna: en México, a finales del siglo XX y principios del XXI, se volvió común vestir al niño Dios con atuendos modernos como de motociclista, bombero o policía, sin embargo, esta idea ha sido fuertemente criticada por muchos católicos, pues se considera una ofensa.
Las advocaciones clásicas son:
- San Judas Tadeo
- Santo Niño de Atocha
- el Sagrado Corazón
- Cristo Rey
- San Martín Caballero
Las familias mexicanas gastan en vestir de manera atractiva o glamurosa a su Niño Dios como retribución, por el pago de una manda o por la necesidad de fortalecer su fe en tiempos duros y difíciles como los que actualmente se están viviendo.