Era el año 1933 y el arqueólogo de Zacatecas, José García Payón, encontraba dentro de un entierro prehispánico en Tecaxic-Calixtlahuaca, la cabeza de terracota de un hombre romano.
La cabeza esculpida tenía un gesto adusto y una barba pronunciada, por lo que se llegó a esa conclusión.
Esta cabeza fue encontrada con restos de un ajuar funerario, fragmentos de cerámica, piezas de oro, hueso y cristal de roca, esto, bajo tres capas intactas de suelo en una pirámide.
El misterio de esta cabeza siguió conforme pasaban los años, hasta que en 1961, el antropólogo, Robert Heine-Geldern, realizo un análisis y la examino, para determinar posteriormente que habría sido esculpida en el 200 a.C.
Las preguntas sobre la cabeza de terracota seguían siendo respondidas, pero conforme a ello seguían saliendo más interrogantes de cómo llegó ahí.
En ese sentido, en 1990 el arqueólogo Bernard Andreae comento que la cabeza era romana sin duda, por el corte de cabello, la forma de la barba son rasgos típicos de emperadores severianos de 193 a 235 d.C.
Los misterios siguen sin ser exactos, por lo que hay tres posibles respuestas; unos mencionan que colaboradores de García Payón le jugaron una broma y pusieron la cabeza entre la excavación.
Por otro lado, se menciona que la pieza fue introducida al entierro casi en los primeros meses del proceso de Conquista, y la tercera teoría señala que la cabeza llegó en algún momento del periodo precolombino a través de Asia.
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