El perro domestico es una especia invasora para las montañas, si bien su hábitat no es la naturaleza salvaje, aunque tiene familia en ellas, los coyotes, lobos, zorros e incluso los osos. Actualmente el hombre ha mutado la especie pues se hizo dependiente de su presencia y ayuda, lo que lo llevo a introducirse en lugares que no existían, en todos lados encontramos perros…
Mars Petcare, una empresa de alimento para mascotas en México, menciono que en el país existen cerca de 25 millones de animales de compañía, los cuales 20 millones son perros, sin olvidar que hay unos 14 millones más en situación de calle.
En México, se tiene contabilizada la presencia de perros y gatos en al menos el 20% de las Áreas Naturales Protegidas (ANP), siendo causantes de un desequilibrio natural e, incluso, de la extinción de diversas especies animales, principalmente mamíferos y reptiles, afectando el equilibrio ecológico de estas zonas.
Como bien sabemos los perros son muy inteligentes y se adaptan a los ambientes de montaña, incluso nosotros mismos los llevamos a que aprendan a defenderse de los peligros de la naturaleza. Es por ello una de las razones por la cual no es recomendado llevarlos a estos ambientes, aunado a las enfermedades, virus, parásitos e infecciones de animales de campo que pueden adquirir con tan solo olfatear algunos restos de excremento.
Los perros al llegar a la naturaleza pueden introducir enfermedades como el moquillo, ladran y asustan a los animales de la zona, provocando el abandono de algunos animales de su madriguera sin retorno en muchas ocasiones.
En las Áreas Naturales Protegidas está prohibido introducir perros. Las razones están claramente expresadas en la normatividad y planes de manejo de éstas. También en las leyes de cultura cívica se especifica que al pasear un perro en áreas públicas (como las montañas), debe ser con correa, además de recoger sus heces, con riesgo a ser multado si no es así.
Al ser montañista y dueño de un animal de compañía, implica responsabilidades que la mayoría no adopta en lo cotidiano, y aunque no hay una norma escrita para las zonas naturales que se visitan, debemos de reflexionar el impacto que generamos con una simple decisión.
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